Me río de los estereotipos con Daniel Sánchez Arévalo
Vuelve nuestro especial Me río de los estereotipos, conversaciones con profesionales del mundo del cine y la televisión sobre el papel de los estereotipos en nuestra sociedad y su influencia en el mundo del empleo.
En esta ocasión tenemos la suerte de contar con Daniel Sánchez Arévalo, responsable de películas como Gordos, Primos o La gran familia española en las que hace un acertado análisis de nuestra sociedad utilizando el humor. Confiamos en que sea de vuestro interés.
Va una mujer poco agraciada, un jubilado y un negro a una entrevista de trabajo… ¿Cuál crees que tendría más oportunidades de conseguirlo?
Pues me gustaría que esto fuera un chiste muy malo y de muy mal gusto, y no algo que tuviera que ver con la realidad social. Querría pensar que los tres tendrían las mismas oportunidades y que el que demostrara estar más capacitado lo consiguiera. Yo por suerte he trabajado muy a gusto con mujeres embarazadas, jubilados y negros.
¿Reconoces discriminación de algún tipo en el mundo del cine?
No, me niego a pensar que eso suceda. Al final las reglas las dicta la conciencia de cada uno. En mi caso y en el de la gente que me rodea -directores, productores, guionistas, actores, técnicos, etc…- nunca he sido testigo ni he escuchado algún caso de discriminación.
¿Crees que los actores tienen que enfrentarse a estereotipos por su origen, sexo o edad?
Bueno, sobre todo creo que hay claros condicionantes a la hora de encontrar personajes interesantes para: 1) mujeres a partir de cierta edad. 2) gente mayor en general. y 3) personas que sean “de fuera”. Creo que los cineastas también tenemos que tender, desde la conceptualización de una idea y escritura del guión, puentes de integración y normalización que reflejen la sociedad en la que vivimos y alejarnos de los estereotipos. Así que entono el “mea culpa” y trataré de mejorar al respecto.
¿Qué es lo que más valoras en una actriz/actor a la hora de contratarle para trabajar en una película?
Su talento y que sea la persona (no solo el actor) más adecuada para el proyecto. En el proceso de casting (como en todos los aspectos de la vida) siempre hay que mantener una mente abierta.
¿Crees que unos rasgos muy marcados o un acento que no sea español puede abrir o cerrar puertas en el mundo de la interpretación en nuestro país?
Sí. Ten en cuenta que nuestra industria es relativamente pequeña y no hay tantos proyectos en marcha. Y como decía antes, aún no hemos reaccionado a la realidad cambiante y la pluralidad de la sociedad. Pero confío en que pronto ocurra. Se han hecho avances ya. Antes siempre pedían a los actores que neutralizaran sus acentos y no marcaran ninguna región de España concreta. Eso ya no ocurre. Es más, se valora y se potencia. Así que bueno, poco a poco.
¿Crees que en la ficción que se produce en televisión y en el cine hoy en España se reproducen estereotipos y prejuicios? ¿Se te ocurre algún ejemplo, bueno o malo?
A mí no me preocupa que se reproduzcan los estereotipos y prejuicios, porque están ahí instalados en la sociedad. Y precisamente por eso está bien prestarles atención. Eso sí, lo que importa es cómo se enfocan. No creo en los “mensajes” en el cine, pero sí en la responsabilidad y la poderosa herramienta que es la ficción y el cine en concreto para concienciar a la gente, abrir los ojos y denunciar comportamientos.
¿Faltan personajes de la vida real que nunca son representados en la tele o el cine?
Cientos de miles. Y para eso estamos aquí, para contar esas pequeñas grandes historias, que te emocionen, que te diviertan, que te hagan reflexionar y por qué no, cambiar (para bien, espero).
¿Que haya diferentes nacionalidades en un equipo de rodaje crees que puede enriquecer el trabajo?
Absolutamente. Cada vez vienen más rodajes de fuera a España y salimos fuera a rodar. Intercambiar experiencias y conocimientos nos hace mejor profesionales. Y además, exponerte a ese intercambio y ejercicio de comunicación te hace mejor persona.
Utilizar el humor contra los estereotipos, ¿te parece una buena idea?
Sí, la capacidad que tengamos de reírnos de nosotros mismos demuestra la salud mental de una sociedad.