Mujeres inmigrantes y mercado laboral

Publicado por En Realidad no tiene Gracia | julio 8, 2011 | No hay comentarios

En un contexto generalizado de crisis socioeconómica con elevadas tasas de desempleo, las barreras a las que las personas en situación de dificultad social han de enfrentarse en su acceso al empleo, se hacen aún más altas. Unas barreras que con frecuencia no tienen que ver con sus capacidades o su talento, sino con una falta de igualdad de oportunidades y/o de trato. Este sería el caso de muchas mujeres inmigrantes.

En sus procesos migratorios las mujeres, como cualquier persona que llega a otro país en busca de una vida digna, se enfrentan a dificultades asociadas al desconocimiento de las claves culturales, en muchos casos el idioma, a la desinformación sobre la vida cotidiana, o sobre cómo funciona el mercado de trabajo, o con contar con una red social en la que apoyarse… También comparten las altas probabilidades de tener una mayor precariedad en el empleo, mayor temporalidad, condiciones desiguales a las de la población autóctona…

Pero además comparten con muchas mujeres españolas barreras que sólo tienen que ver con el hecho de ser mujeres:

– Comparten la segregación horizontal y vertical: las condiciones del mercado de trabajo en que se insertan las conducen inicialmente a ramas de actividad muy feminizadas, con un alto nivel de precariedad laboral y, a veces, socialmente estigmatizadas.

– Comparten la desigualdad en la distribución de responsabilidades y tareas en la familia. Con el añadido de que muchas mujeres inmigrantes se ocupan de su familia “aquí y allí”.

– Además, muchas mujeres inmigrantes son víctimas de la trata de personas o de situaciones de explotación sexual.

El sexo es uno de los grandes factores de discriminación en todas las sociedades, que en el caso de las mujeres inmigrantes se suma e intensifica a otros factores y procesos de discriminación que frenan su incorporación al mercado de trabajo en igualdad de condiciones. Esto es algo que no sólo tiene consecuencias negativas para ellas mismas, sino también para el conjunto de la sociedad que no aprovecha su talento y sus capacidades para contribuir a nuestro desarrollo colectivo.